Cuando Hitchcock encontró a Allen
Una de las películas que podemos ver en las carteleras de Barcelona, es "En la Casa" de François Ozon"
Lo mejor: un guión que camina entre el thriller en tensión creciente y la comedia más afilada.
Lo peor: un desenlace algo fantástico y poco contundente que parece haber virado por el camino fácil.
Francia, la verdadera madre del cine desde que los hermanos
Lumière inventaran el cinematógrafo y
Georges Méliès aportara su ingenio para desarrollar las técnicas de su lenguaje. Francia, lugar de artistas y de talento heredado del
Renoir padre pintor a un
Renoir hijo director inmortal por su obra
La Gran Ilusió n . Francia, que fue testigo del nacimiento de la
Nouvelle vague abanderada por
Goddard y
Truffaut , tendencia que precedió a una nueva época dorada representada en
Luc Besson, Léos Carax o
Jean-Pierre Jeunet . Y ahora, en pleno siglo XXI, el cine francés volvió con
Hazanavicious y su
The Artist a coronar las cimas del éxito con un séptimo arte que nuevamente juega en una liga superior y se impone como modelo a seguir. Para confirmar que este auge no es un hecho aislado llega
François Ozon con
En la Casa , otra bestia parda de la producción francesa que trata de confirmar la nueva oleada de gloria.
Esta vez el monstruo llega despacito y sin hacer mucho ruido, convirtiéndose en la sorpresa del pasado Festival de
Cine de San Sebastián, en el que se llevó la
Concha de Oro , no sin antes pasar por Toronto y hacerse con el
Premio Fipresci de la crítica internacional. Así, su realizador, que ha dirigido principalmente dramas poco contundentes, aunque con algunos títulos recomendables como
Bajo la Arena o
El Tiempo que Queda , logra por fin su ópera magna, cuyo libreto para orgullo patrio bebe directamente de la obra teatral española
El Chico de la Última Fila , del madrileño Juan Mayorga.
Precisamente, es el guión el punto más brillante de
En la Casa , un
script ingenioso y original que recuerda al más puro estilo del mejor
Woody Allen de
Annie Hall , sin alcanzar su virtuosidad, claro, pero con una maestría y elegancia brutales en el manejo de la sátira intelectual, sin olvidar algún particular recurso narrativo propio del neoyorquino. Pero es que la obra de
Ozon no sólo se enmarca en el género de la comedia, sino que más allá de eso es un señor thriller cuyo suspense también parece tomar influencia de su más icónica referencia,
Alfred Hitchcock , creando una trama oscura, morbosa y que va tornándose cada vez más perturbadora conforme avanza el metraje hasta llegar a un plano final que despeja todas las dudas acerca del muso inspirador de ese...
¡Suspense!
Dicha tensión descansa sobre una trama que gira en torno a Germain (
Fabrice Luchini ), un profesor de literatura de instituto que cierto día ordena a sus alumnos una redacción centrada en lo que han hecho el fin de semana. Corrigiendo en su apartamento los escritos junto a su pareja (
Kristin Scott Thomas ), uno de ellos le llama particularmente la atención, no sólo porque el lenguaje literario apunta maneras, sino porque Claude (
Ernst Umhauer ), el autor estudiante, narra cómo decide escoger a uno de sus compañeros de clase con el objetivo de entrar en su hogar y llegar hasta lo más hondo de la intimidad de la familia -y de la madre del clan- por medio de viles tretas para ganarse su confianza.
El morboso e inquietante relato provoca que el profesor convoque a su alumno para investigar la veracidad de la historia y darle una charlita acerca de lo inmoral de sus actos. Claude, manipulador nato, convence a Germain para que sea su mentor en el arte de la escritura, pero el chico no cejará en su empeño por escribir su
'biopic' con la familia de su compañero, hasta el punto de que sus acciones serán inducidas de manera que obtenga una buena historia. Mientras, el maestro, que asesora a su pupilo, se cuestionará hasta qué punto son reales las narraciones y hasta qué límites está dispuesto a llegar el joven, al mismo tiempo que se encuentra enganchado, junto a su esposa, al relato.
Este curioso e inquietante argumento no sólo se sostiene en una intensidad
in crescendo y una ironía fina, sino que también se apoya en unas actuaciones principales realmente espléndidas. Con mucho del carisma del Allen actor se encuentra
Fabrice Luchini , que encarna magistralmente a ese escritor fracasado que frustradamente se dedica a la educación, pero que es capaz de reirse de sí mismo tanto como los personajes del realizador aficionado al clarinete. La otra pieza fundamental del elenco es
Ernst Umhauer , que como el adolescente perturbado y encabronadamente listo sabe dar la talla tanto como su experimentado colega de reparto. Ni qué decir tiene, claro, que
Kristin Scott Thomas está asimismo sobresaliente en su rol de mujer incomprendida por su pareja, Germain, demasiado ocupado siempre con sus asuntos -niños psicópatas y esas cosas- como para atender a las de la mujer y frívolo siempre ante las decisiones de ella, lo cual ha ido mermando la relación.
A pesar de una trama creativa, un libreto magistral, unas interpretaciones brillantes y una manufactura que, además de contar con una lustrosa BSO de composiciones clásicas cortesía de
Philippe Rombi, osa acertadamente acercarse a recursos que nuevamente nos conducen al recuerdo del viejo Woody,
En la Casa no puede conformarse como una obra perfecta, debido principalmente a la flojera de un final que desentona con la fuerza del resto del metraje, escapándose por la vía del desagüe más sencilla.
Y así de discreta, como el reservado alumno de la última fila, que todo lo observa sin que nadie le vea, llega
En la Casa , la última producción independiente que ha logrado colarse entre las sorpresas del año, porque de películas como
Argo o
Lo Imposible , con una estrategia promocional y un hype colosales, puedes hacerte a la idea de la clase de cinta con la que vas a toparte, pero lo bueno de sorpresas inesperadas como la francesa, es que cuando superan de forma incalculable las expectativas, saben el doble de bien.